Daba vueltas de un lado para otro. Puro frenesí desbocado. Cogía el móvil para soltarlo enseguida, se sentaba para levantarse, abría el bloc para dejarlo vacío. Su corazón cabalgaba enloquecido. Giró sobre sí misma y se sobresaltó: Miguel ni se inmutaba. Tan ajeno al problema, se había entretenido en liar sus manos con una madeja de hilo. Corrió enfurecida a su encuentro.
—¡Pero…
bueno! ¿Estás loco o qué? ¿Acaso no ves la que se nos viene encima?
—Estoy
tratando de deshacer el lío. ¿Ves? —le indicó, elevando sus manos envueltas en
hilo.
—¡Dios
Santo! Se te ha ido la cabeza. Ya me dirás qué decimos en la junta. Han
desaparecido cientos de miles de euros. ¡Y tú… te pones a jugar con hilo!
—Lo
mismo que tú, Irene: enredarme. Tú lo haces con palabras, y no has resuelto nada.
@ana.escritora.terapeuta
No hay comentarios:
Publicar un comentario